Subir el Everest se vuelve una peligrosa moda

Paula Leighton y Cristián González

"¿Por qué tanta gente está muriendo en el Everest?" Con esta pregunta, el médico británico Andrew Sutherland escribió una columna para el último número de la revista "British Medical Journal", luego de que en abril de este año atendiera a un hombre que sufría un edema pulmonar de gran altura (HAPE, su sigla en inglés). El paciente no estaba en una UTI, sino a 7 mil metros de altura, en el famoso monte de los Himalayas.

"Quedé choqueado por la cantidad de enfermedades relacionadas con la altura y la relativa falta de conocimiento entre la gente que sube al Everest. Dentro de mi propia expedición de sólo 15 personas, hubo dos casos de HAPE y un caso de edema cerebral, lo que es mucho más alto que la incidencia de 1 a 3% pronosticada", sentencia.

Sutherland era el médico de una expedición que enfilaba hacia la cumbre cuando se encontró con el inesperado paciente. Algunos metros más arriba, sin embargo, hallaron cuatro cadáveres de montañistas que no corrieron la misma suerte.

En la mayoría de los casos la respuesta a la pregunta del médico inglés es la falta de oxígeno y de humedad a gran altura. Esto hace que llegue menos oxígeno a los tejidos y que la sangre se vuelva viscosa, como explica el doctor Claus Behn, fisiólogo de la U. de Chile.

Otra señal temprana que indica que algo anda mal son los síntomas de la puna, agrega el médico y montañista chileno Sebastián Irarrázaval. "El síntoma cardinal es el dolor de cabeza, a eso se agrega falta de apetito, náuseas, vómitos, mareos y debilidad". Cuando además se suma la falta de coordinación y el compromiso de conciencia, se trata de un edema cerebral de altura, enfermedad grave y con una mortalidad cercana al 10%, como el HAPE.

"La puna, el edema pulmonar y el cerebral son las tres principales enfermedades de altura, y el tratamiento siempre debe ser el mismo: descender y aclimatar", precisa.

Todos arriba

En los últimos años, subir al Everest se ha transformado casi en una moda. De las 3.010 personas que han hecho cumbre entre 1922 y 2005, el 46% llegó a la cima en los últimos cinco años.

La cifra de escaladores se multiplica al sumar a los trekkeros, es decir, quienes llegan sólo a entre 3.500 y 5.400 m, donde está el campamento base.

Thomas Sjögren, montañista sueco a cargo del sitio ExplorersWeb, ampliamente consultado por los escaladores, dice a "El Mercurio" que "no hay datos oficiales ni privados sobre el número de trekkeros, pero incluyendo sherpas, al año deben ser unos 2 mil".

Aunque tampoco se manejan cifras de los chilenos que han pisado el Everest, sí se sabe que son 12 los que han hecho cumbre, en 1992, 2001 y 2004.

Una aventura que no todos pueden contar. Cifras de Adventurestats.com indican que entre 1922 y 2005 murieron 203 personas, lo que equivale a una persona por cada 14 que alcanzaron la cima. Pero, si se consideran sólo los últimos 15 años, la relación es de 1 muerto por cada 26 escaladores que hacen cumbre.

A juicio de Sjögren, "el problema no es que la gente se esté muriendo, sino que esto ocurre porque los escaladores no se ayudan entre sí, porque la ambición por alcanzar la cima a como dé lugar les impide preocuparse de quien está en problemas. Es la ley de la selva".

Para Sebastián Irarrázaval, "cuando el objetivo único y último de una expedición es la cumbre, la seguridad pasa a un segundo plano". El individualismo y la competitividad que surgen en esos casos lo vivió en carne propia en mayo pasado. "A 7.500 m encontramos a un escalador checo agónico y decidimos auxiliarlo. Ninguna otra expedición aparte de la chilena, quiso ayudar en el rescate".

A fines de ese mes se produjo la misma situación con el británico David Sharp. Por falta de oxígeno agonizó en una concurrida ruta del Everest. Cerca de 40 personas pasaron a su lado, pero sólo un equipo se detuvo a ofrecerle oxígeno.

Mercantilización

Los montañistas de élite culpan a la mercantilización que ha experimentado el Everest en los últimos años. "Algunas expediciones netamente comerciales sólo están interesadas en la cumbre. Hay presión por parte de los clientes y también de los guías, cuya empresa adquiere mayor prestigio con mayor tasa de cumbre", dice Irarrázaval.

En las cercanías del monte hay una veintena de empresas que ofrecen sus servicios. "Diría que un tercio son serias, con guías realmente experimentados que llevan a grupos pequeños. Sin embargo, hay muchas que para abaratar costos contratan guías que nunca han llegado arriba y arman grupos de 20 a 30 personas", comenta Sjögren.

Estas agencias cobran en promedio US$ 30.000 y muchas veces dicen que es fácil hacer cumbre. "Pero no lo es. Hay mucha gente que no muere, pero que pierde dedos, sufre embolias o accidentes por caídas".

Los numerosos robos en el campamento base y la basura que ahí se acumula son otro rastro de lo que algunos califican como la decadencia que afecta al Everest. Este año un grupo de 17 voluntarios hizo una campaña para limpiar el campamento base en el lado Nepalí y el resultado fueron 1.300 kilos de desechos, que se habían ido acumulando por años en la zona.

Un panorama muy alejado del espíritu del montañismo. Como dice Cristián García Huidobro, el primer chileno en llegar a la cima del Everest y del K2, "la cumbre es tan solo una excusa para recorrer un bello camino".

Alucinando

Escalar grandes alturas no sólo provoca trastornos físicos. La falta de oxígeno también afecta la capacidad cognitiva, especialmente al sobrepasar los 5.500 m. Los reflejos se hacen más lentos y ocurren cambios de ánimo, delirio, psicosis y alucinaciones, dice el doctor Irarrázaval. Por ello, mientras más arriba, más difícil es tomar decisiones rápidas y acertadas, dice el doctor Behn. "A la menor manifestación de pérdida de conciencia es forzoso bajar".

Para llegar a la cima

El doctor Sebastián Irarrázaval recomienda a toda persona que quiera ascender sobre los 2.000 m hidratarse bien, evitar el reposo excesivo así como el ejercicio físico intenso; usar un equipo adecuado, tener conocimientos del lugar y estar atento a los síntomas de enfermedades de altura tempranas (puna). Asimismo, el doctor Claus Behn aconseja consumir antioxidantes (vitaminas C y E) y jugos de fruta desde meses antes de la expedición.

RÉCORDS

En 1996 murieron 16 escaladores en el Everest.

La misma suerte corrieron 15 escaladores en 2006, incluyendo cifras no oficiales.

Fuente: El Mercurio www.emol.com

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