Reinhold Messner y su batalla vencida

Muchos hombres se pasan luchando una vida entera. Puede ser con un rifle en la mano o por el precio de un hogar. Y puede ser con el pasado y la leyenda. Desde que en 1970 Reinhold Messner desnudara al Nanga Parbat, la traza de la montaña maldita le ha perseguido, siendo su lunar en la nieve. Allí, en su primera expedición al Himalaya, cuando las primeras nacionales se convertían en cuestión de estado y de honor, y el negocio del alpinismo nacía con su tenue desaliento, desparecía su hermano. La vertiente Diamir se cobraba su cuota inicua.

  Messner observa a Von Kienlin (izquierda)y a Hermann Kühn en junio de 1970.
Foto: Col. Reinhold Messner

Ellos esperaron un tiempo en volver. O quizá siempre estuvieron ahí. Los espectros son tipos de extrañas costumbres, aparecen cuando crees que los has olvidado. En el caso de Messner, vinieron con forma de libro. Escogieron el disfraz más noble para el trabajo más sucio; tratar de contar una verdad. La muerte de su hermano resurgía de la manos, de los puños y letras, de Max Von Kienlin y Hans Saler. Ambos publicaban sendas obras: La trasgresión, el primero y Entre luces y sombras, el segundo. Sus páginas acusaban a Reinhold de abandonar a Günther Messner a su suerte durante la ascensión al Nanga, entre otras cosas. De ser ambicioso hasta el extremo de dejar atrás a su hermano pequeño, para vencer en solitario a la dama más indócil del Himalaya.

    Un alud barre la vertiente Diamir del Nanga Parbat, donde desapareció Günther.
Foto: Col. Reinhold Messner 
                      

nació dos años más tarde que Reinhold, en Val de Funes; localidad alpina perteneciente a Tirol del Sur, una región de los Alpes italianos que hasta la primera guerra mundial perteneció a Austria. Desde pequeño, Günther, siempre fue el mayor admirador de su hermano e incluso los detractores de Messner aseguran que sentían un amor profundo el uno por el otro. "Reinhold tenía muy buena relación con Günther, porque el hermano menor estaba totalmente supeditado a su voluntad" comentaba Hans Saler, un aventurero muniqués que perteneció a la expedición de 1970, comandada por Herrligkoffer, debido a su inadaptación a la ciudad y a su pasión por la armonía de la naturaleza.

    Günter Messner durante la expedición del 70 al Nanga Parbat.
Foto: Col. Reinhold Messner 
                            

Cuando Karl María Herrligkoffer invitó a los hermanos Messner a su aventura en el Nanga Parbat, estos no dudaron. Durante toda la expedición permanecieron unidos y trabajaron juntos. "Günther siempre portaba más carga que su hermano y cocinaba para él" fueron algunas de las acusaciones que recayeron sobre Reinhold. El último, responde: "Mi hermano y yo siempre repartimos el trabajo. Cada uno cargó siempre sus propios equipos". La verdad es que los dos hermanos compartían una pasión especial y difícilmente se puede adivinar en ellos una relación injusta.

   Karl Maria Herrligkoffer, jefe de expedición que llevó a los Messner al Himalaya.
Foto: Desnivelpress


Tras semanas de trabajo en la cara Rupal, contra la furia del clima y de la montaña, los ánimos sólo entendían de extremos y después de repetidos e infructuosos ataques a la cumbre, Reinhold decidió emprender un último intento en solitario a la cima, dejando en el último campamento base a su hermano, considerablemente más cansado. Este, le siguió sin siquiera llamar la atención de Reinhold hasta bastante tiempo después. «La aparición de su hermano en el ascenso», comenta Von Kienlin, «era una situación nueva, en principio no favorable porque Günther no estaba preparado para semejante proeza. "¿Qué haces aquí?", confiesa el propio Reinhold que le dijo cuando le vio aparecer». Sea como fuere, lo cierto es que Reinhold era ostensiblemente más fuerte que Günther, que además había acometido un esfuerzo extraordinario para alcanzar a su hermano.

Reinhold Messner siempre mantuvo la misma versión: ambos alcanzaron la cumbre, uniéndose así al Olimpo alpino, donde ya residía el ídolo de ambos, Hermann Buhl, y conquistando una cima cuyas laderas habían sepultado a más de treinta hombres. Tras la coronación afrontaron el descenso por su ruta más complicada. En esta parte del relato surgen las dudas. Según Reinhold, su hermano le sugirió bajar por la ladera Diamir, cuando una debilidad manifiesta se apoderaba de él. «Es como si alguien exhausto tras subir cargado un rascacielos dijera que quiere bajar por la pared exterior en lugar de tomar el ascensor», señala Saler. Sin cuerdas y dadas las condiciones adversas del clima, aventurarse por la ruta de ascenso se habría convertido en un suicidio.

La vertiente Diamir es probablemente la más propensa a avalanchas del planeta. Tras algunos días bajo las condiciones climáticas más extremas, afectados por el mal de altura y agotados, les sorprendió un alud. «Cuando miré hacia arriba, había desaparecido. Había quedado oculto tras un montículo de nieve. Yo iba un poco más abajo, arrastrándome de rodillas» rememora Reinhold, que pasó aquel oscuro día de junio, medio muerto, buscando a su hermano. Seis días más tarde, el mayor de los Messner era rescatado en las cercanías de la aldea de Gilgit tras haber realizado la primera travesía de la montaña, junto a su hermano.

Hanspeter Eisendle es miembro de la asociación de guías de montaña de Tirol del Sur. Nació en 1956 en Sterzing (Italia), un pequeño pueblo de calles que serpentean y se cruzan, llenas de escaparates elegantes y ventanas regadas de flores. Dos montículos comparten una enemistad histórica; enfrentados geográficamente, sus cumbres albergan dos castillos primitivos: el de Raifen Stein y el de Wolfsthurn. Todo alrededor son pinos y montaña salvaje. Quizá por ello Hanspeter despertó con un afán que le ha llevado a escalar la Nose de El Capitan o el Fiz Roy y el Poincenot de Patagonia. Formó parte de la expedición del 84 al Dhaulagiri (8.167 mtrs.) y es amigo de Reinhold Messner.

El Nanga Parbat siempre ha sido un imán para que los hados muevan hilos y los imposibles sean un poco más asumibles. Hanspeter buscaba minerales para llevar un recuerdo a su hijo, a los pies del Nanga, por su vertiente occidental. Husmeando por el glaciar llamó su atención una forma nívea. Un hueso. Más concretamente un fémur. Reinhold no tardó en acudir y, pensando que podía tratarse de los huesos del legendario Mummery o de un alpinista pakistaní, se las apañó para sacarlos de allí. Tras un pequeño contrabando de esos restos, Reinhold logró enviarlos a la Universidad de Innsbruck, en Austria. El resultado de los análisis de ADN abría la posibilidad de que los huesos perteneciesen a Günther Messner y la versión de Reinhold podía confirmarse, más de treinta años después. Poco tiempo más tarde, en una nueva expedición al Nanga, Reinhold encontró más huesos. Junto a ellos, había jirones de ropa y una bota. Reinhold, desde un primer momento, supo que se encontraba ante los restos de su hermano.

"Ahora sólo quiero que me dejen en paz. Los análisis demuestran que yo simplemente decía la verdad" aseguró Messner, quien más tarde incineró parte de los hallazgos para evitar su posible explotación. "Las pruebas me ayudarán a recuperar el honor que se me arrebató". Los restos de su hermano descansan hoy en el cementerio familiar de Val de Funes.

Actualmente la cámara de Hamburgo prohíbe a Max von Kienlin la difusión de 12 de los 13 argumentos contenidos en su libro, en los que culpa al alpinista tirolés de lo ocurrido hace 37 años. Messner sale, de este modo, airoso del largo contencioso judicial que escarbó en el capítulo más traumático de su vida. Von Kienlin afirma que aún quedan muchas preguntas por responder y que la versión de Messner es tan sólo el fruto de una mala conciencia.

Max Von Kienlin fue compañero de Messner durante la expedición de 1970. Acudía en calidad de huésped, fascinado por la montaña y deseoso de ver el escenario que supusiera la tragedia de Merkl. Tenía veintiséis años. Rápidamente se hace amigo de Reinhold y acompaña a este y a su hermano a la escapada del campamento base que tuvo como objetivo la coronación del Heran Peak. Actualmente reside en Munich. "Messner sacrificó a su hermano por seguir su propia ambición" ha divulgado Max en numerosos fuegos, salones y ahora en su libro, basando su argumento en las páginas del diario que escribió durante la expedición y en el que se refleja una conversación que mantuvo con Reinhold Messner. "El quería crear una versión consistente y oficial que le alejara de las polémicas. Me confesó que había abandonado a su hermano" recuerda Von Kienlin.

Los diarios de Von Kienlin son tan falsos como los que publicó la revista Stern de Hitler" responde Reinhold, que puede observar las amputaciones sufridas tras su descenso del Nanga Parbat -seis falanges de los pies y varios dedos de las manos- y de las cuales se recuperó en casa del propio Von Kienlin. Allí conoció a Úrsula, la mujer de Max, que cayó rendida a Messner, yéndose con él y abandonando a su marido y a sus tres hijos. Razón más que plausible para comprender una posible venganza de Von Kienlin, quien rehizo su vida felizmente con otra mujer.

Reinhold todavía no ha recibido disculpas. El alpinista tirolés, que alcanzará la cifra de catorce ochomiles con su conquista, a la tercera, del Llhotse en 1986 y miembro del Parlamento Europeo por Italia consigue evadir este "intento de asesinato contra su reputación" y añade: "Para los alemanes, he logrado demasiados éxitos. A ellos no les gusta la gente tan valiente". Sin embargo, las críticas más efusivas las reserva para la Asociación Alemana de Alpinismo, que, según él, se niega a restablecer su honor. «Los alpinistas ingleses e italianos me creen, pero no los alemanes», expresa. «Es un país lleno de envidia, son gente muy rara. Si uno consigue el éxito, siempre dudan de él. Yo no soy alemán, aunque hable este idioma. Soy tirolés del sur y europeo».

Hoy, cuando Günther Messner descansa, por fin, en paz. Cuando su hermano mayor ha pasado más de tres décadas de búsquedas y expediciones por el Nanga Parbat y ha publicado un libro contando la historia de aquella tragedia (La Montaña Desnuda publicada por Ediciones Desnivel), el mundo quiere devolverles la quietud y el silencio de un espíritu colmado. Joseph Vilsmaier, autor de películas como Stalingrado o Comedian Harmonis llevará a la gran pantalla el emocionante relato que un día el Nanga nos quiso brindar

 Portada del libro La montaña desnuda de Reinhold Messner, donde cuenta la historia de la expedición del 70.
Desnivelpress 

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