Piden el cierre del Everest




Arista SE del Everest desde el Collado Sur: se aprecia al fondo la Cumbre Sur.
Foto: Col. Juanito Oiarzabal

Desde que hace 50 años Sir Edmund Hillary y Tenzing Norgay ascendieran la cumbre más alta del planeta, muchos han sido los que han tratado de repetir la hazaña, muchos, aunque en menor medida, lo han logrado y muchos más se han vuelto a casa, no de vacío porque la montaña siempre le llena a uno, pero sí sin el éxito de la cumbre. La montaña es pureza, limpieza... O no. Y es que desde hace esos 50 años el Everest ha ido cambiando, no su espíritu, este sigue indomable y con ganas de persistir, pero si su fachada. Hoy el techo de nuestro mundo es un poco más pequeño. En él se ha montado una suerte de circo en el que casi cualquiera, con dinero, metros de cuerda y un buen puñado de sherpas y guías puede desafiar a la montaña. No pasa un año sin que algún osado irresponsable quiera batir un récord o chulear con una foto de la cumbre. Hay alpinistas serios en el Everest, pero son minoría. Y es esa mayoría indisoluble, perenne, que disfruta de los hoteles, restaurantes y albergues  a 5.000 metros la que ha hecho que el ochomil de los ochomiles se haya convertido en un vertedero.

Su presencia deja en la montaña hasta 500 toneladas de basura, poniendo en peligro un ecosistema frágil e incapaz de defenderse, a pesar de las expediciones de limpieza que se organizan cada temporada. Grupos ecologistas y de escaladores, entre los que se incluye el mismísimo Hillary, han solicitado al gobierno de Nepal el cierre temporal de la montaña. El turismo se ha convertido en un problema de difícil solución pero Nepal no puede permitirse cerrar una de su mayores fuentes de ingresos. Hace un año, el periodista británico Dan McDougall publicó en The Observer un interesantísimo reportaje sobre este tema. Traducido a continuación en versión libre, por si alguien quiere ampliar la información.




Sir Edmund Hillary.
Foto: desnivelpress.com
¿Debería cerrarse el Everest?
El turismo está convirtiendo al monte Everest en un gigantesco basurero, aseguran los conservacionistas, que están ejerciendo presión para que se cierre temporalmente la montaña más alta del mundo. En este año, un grupo de geólogos patrocinado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) descubrió indicios de un considerable cambio en el paisaje del Everest desde que sir Edmund Hillary y Tenzing Norgay conquistaron por primera vez la cumbre de esta montaña en 1953. Una de las causas principales es el calentamiento del planeta, aunque el grupo de investigadores concluyó que el turismo ejerce un efecto que grava cada vez más y con más peso sobre la región que circunda la cima más alta del mundo.

De acuerdo con este estudio, el glaciar que antes se encontraba cerca del primer campamento de Hillary y Norgay se ha reducido tres millas en los últimos 20 años. Hillary mismo ha declarado que esta situación está convirtiéndose en un escándalo ecológico. “He recomendado al Gobierno del Nepal que dejen de autorizar el ascenso a la montaña y la dejen descansar durante algunos años”. Elizabeth Hawley, responsable en Katmandú de The Himalaya Trust, un grupo conservacionista fundado y promovido por el propio Hillary, se confesó “consternada” por los efectos del turismo alrededor del Everest. Las aldeas cercanas están creciendo desmesuradamente, instalándose a lo largo del sendero hacia la cumbre restaurantes, bares y cibercafés. “Estamos especialmente preocupados por la deforestación de la zona, gran parte de ella provocada para mantener el turismo, así como por la falta de medios para recoger y reciclar las basuras”.

La japonesa Junko Tabei, 66 años, la primera mujer en alcanzar la cumbre, dijo: “El Everest está demasiado concurrido. Necesita un descanso. Sólo dos o tres equipos deberían ser admitidos cada temporada, y los viajes turísticos al campamento base deberían prohibirse totalmente. A lo largo del sendero al campamento base del Everest, en Nepal, la deforestación está empeorando al talar árboles la población local para calentar las comidas y proporcionar duchas de agua caliente a los extranjeros. El entorno local está en peligro y la dignidad de la montaña está siendo socavada”. Incluso el ecoturismo está haciendo más daño que bien. El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) estima que “sólo 20 peniques de cada 2 libras gastadas como media al día por los montañeros llegan a las economías locales”.




Vista del Everest, Lhotse, y la Cascada de Hielo del Khumbu.
Foto: desnivelpress.com

Prakash Sharma, director de Amigos de la Tierra Nepal, considera que los grupos de montañeros no están teniendo en cuenta las consecuencias ambientales. “El aumento exponencial de la contaminación y otras situaciones perjudiciales para el medio ambiente en el Monte Everest es un resultado directo del incremento masivo de visitantes a la región”, dijo. “La región de Khumbu y de la ciudad de Katmandú puede cómodamente acoger a unas 40.000 personas. Pero en los próximos meses, durante el pico de la temporada turística, en la parte baja del valle habrá no menos de 700.000 personas. Entre 20.000 y 40.000 de estas personas intentan, de una manera u otra, ascender las montañas del Himalaya. No hay ninguna infraestructura en la región para hacer frente a la contaminación que generan esta cantidad de personas, y como resultado el Himalaya nepalés se ha convertido en el mayor basurero del mundo”

Sharma afirma que las toneladas de basura en el Everest incluyen equipo de escalada, alimentos, plásticos, latas, latas de aluminio, vidrio, ropa, documentos, tiendas de campaña e incluso aparatos electrónicos tales como antenas parabólicas. Algunos escaladores han encontrado jeringuillas usadas y frascos de medicamentos no etiquetados. Otros activistas señalan cómo el rescate de los cadáveres de montañeros allí abandonados, 188 según diversas estimaciones, es suficiente razón para cerrar temporalmente la montaña.

Pero ¿el cierre del Everest o la regulación del turismo en la montaña no repercutirán en los medios de subsistencia de la población local? Los sherpas, que se ganan la vida con la peligrosa ocupación de guiar a los alpinistas hacia la cima, se oponen enérgicamente al cierre de la montaña y a la reducción del número de permisos para escalarla. Ang Dawa, un guía sherpa de Katmandú declaró: “Para nosotros es muy sencillo. Hay decenas de miles de personas en la región que viven exclusivamente de los alpinistas. Si éstos no llegan, esas personas y sus familias morirán de hambre. Un sherpa que llega a la cima del Everest gana un mínimo de 1.600 libras esterlinas por 60 días de trabajo. Eso en Nepal es mucho dinero, puede mantener a toda una aldea”. A pesar del informe de la ONU y de las advertencias de los ecologistas, funcionarios nepaleses han asegurado que no tienen planes inmediatos para cerrar la montaña. “Todos los escaladores son bienvenidos siempre en la medida en que están dispuestos a pagar", dijo un portavoz del Gobierno. Los críticos dicen que no es de extrañar que las autoridades nepalíes no tengan planes para reducir el alpinismo turístico en la región. Sólo para poder poner un pie en las laderas del Everest, cada equipo de siete escaladores debe pagar un canon de 50.000 libras al gobierno nepalés.

Fuente: http://www.desnivel.com/deportes/alpinismo/object.php?o=16458

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