Ivan Vallejo despues de la Cima del Annapurna
Justito después de la cima
Sábado 26 de mayo de 2007
Campamento Base del Annapurna
Queridos amigos (as) de Ecuador y del mundo
Annapurna proviene de dos palabras en sánscrito: Anna, que significa abundancia o cosecha y Purna, que quiere decir llena de o plena de.
La décima montaña más alta del mundo, el Annapurna, que a los occidentales nos suena como un nombre de mujer, Ana, acompañado del apellido Pureza, probablemente haciendo honor a su nombre sánscrito ha sido abundante, generosa y me ha permitido, junto con Andrew y Fernando, ser el cosechador de uno de los sueños más importantes de mi carrera deportiva: alcanzar su cima, llegar a su punto más alto.
Cuando les escribo esta nota, hace apenas veinticuatro horas que he llegado de vuelta al CB, gracias a Dios sano, salvo y entero después de haber llegado a la cumbre de la Diosa de la Abundancia el día jueves 24 de mayo a las tres de la tarde y veinte minutos.
Como es lógico tengo esa mezcla de cansancio y de sosiego, lo uno por el desgaste físico y lo otro por la paz conmigo mismo. Mi cara, mis labios y mi lengua están quemados por el frío intenso, tengo muchas horas de sueño en deuda, mi estómago intenta recuperarse del sufrimiento al que debí someterlo. Ya estaré mejor, ya dormiré, ya volverá la salud. Mientras tanto agradezco, sólo agradezco la generosidad de la vida por permitirme cumplir uno de los sueños más bonitos que me he propuesto, con esta cima.
Mañana inicio el camino de regreso a Katmandú; como suelo decir, vuelvo a la incivilización, a ese lugar en el que vivo, al de mi día a día, porque aquí en el Annapurna solo estuve prestado por unas semanas para conjugar los tres verbos:
Subir, sólo subir ¾para plantarme por un rato¾ y luego,
bajar, sólo bajar. Finalmente,
llegar ¾ojalá un poquito mejor que cuando partí hacia arriba¾.
Los 3 de la cima
En Katmandú empezaré a escribir para ustedes lo que significó y lo que sentí al llegar a la cima de este bello Annapurna y lograr con esta cumbre, mi décimo tercera cima de más de ocho mil metros.
Un abrazo muy cálido desde mi carpa, cuando son un poco más de las once de la noche. Al fin y al cabo horas para dormir y recuperarme ya habrá de sobra. ¿Verdad?
Edición: Doris Arroba
Iván Vallejo Ricaurte
EXPEDICIONARIO