¡Los rusos consiguen abrir la cara oeste del K2!
Los rusos abren la Oeste del K2
Una expedición rusa de 23 miembros, sin utilizar oxígeno suplementario, ni porteadores de altura, logra abrir la salvaje Cara Oeste del K2 después de más de dos meses y medio de lucha con la montaña.
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Habían pasado las 12:30, hora local, del 21 de agosto, cuando Andrew Mariev y Vadim Popovich daban la buena nueva, teléfono en mano, desde la cumbre. La noticia corrió por los campos de altura, hasta siete fueron equipados, donde otros nueve miembros de la expedición comenzaban los preparativos para su ataque a la ruta. Victor Volodin, Gennady Kirievsky, Vitaly Gorelik, Gleb Sokolov y Eugeny Vinogradosky, primero, y Nickolay Totmjanin y Alexey Bolotov, después, también lograban la cumbre. Los últimos fueron Iljas Tukhvatullin y Pavel Shabalin, el último lo lograba tras perder tres dedos de los pies y cinco de las manos hace un par de años, cuando escalara la Cara Norte del Khan Tengri. Se coronaba así una de las más codiciadas vertientes del ochomilismo, por una ruta vanguardista que combina la dificultad y la altitud. La mítica central Oeste de "La Montaña Salvaje" ha caido, como en su día lo hicieran el Pilar oeste, que acota la ruta por su izquierda, o la arista sur-suroeste (Magic Line) que la separa de la vertiente sur de la montaña. Estilo ruso Un estilo, el ruso, pesado, disciplinado y caracterizado por la voluntad de hierro de esta pléyade de más alla de los Urales. Hecho demostrado en el descenso, pues a pesar de la dificultad y la exposición de los rápeles, ninguno optó por el camino fácil, regresando por la Oeste, lo que además suponía pernoctar una noche más por encima de los 8.000 metros, permaneciendo en la zona de la muerte, sin oxígeno suplementario, mucho más tiempo del aconsejado, tras una técnica escalada sobre roca, con pasos por encima de los sesenta grados y sin la ayuda de porteadores de altura. La expedición se gana así su sitio en el Olimpo del alpinismo, al igual que lo hicieran los japoneses cuando lograran la segunda de la montaña, en el 77, con un equipo de 47 miembros dirigidos por Ichiro Yoshizawa. Una nueva página brillante del alpinismo Sus nombres ocuparan una nueva página brillante del K2: Nickolay Cherny, Serguey Penzov, Victor Volodin, Valery Shamolo, Dmitry Komarov, Pavel Shabalin, Iljas Tukhvatullin, Andrey Mariev, Vadim Popovitch, Gleb Sokolov, Vitaly Ivanov, Vitaly Gorelik, Eugeny Vinogradsky, Alexey Bolotov, Nickolay Totmjanin, Gennady Kirievsky, Alexander Korobkov, Victor Pleskachevsky, Serguey Bychkovsky, Igor Borisenko, Vladimir Kochurov, Vladimir Kuptsov y Oleg Ushakov. Buenos hombres que lograban, como dijo Pierre Béghin cuando firmaba la ascensión del K2, «una escalada perfecta, para un mundo imperfecto». No ha sido la única muestra del alpinismo ruso más vanguardista en estos últimos años. Muchos de los miembros de la expedición ya participaron en la apertura de la Directa Norte al Everest en 2005, liderados por Victor Kozlov, recorriendo la parte central de la pared Pavel Shabalin, Iliyas Tukhvatullin y Andrey Mariev en un ataque cimero en el que luego probarían suerte otro buen número de alpinistas del equipo. También en 2001, la cima más alta de la tierra que todavía no conocía ascensión alguna, el Lhotse Medio (8.413 metros) era resuelta por otros nueve rusos, en cuya cabeza avanzaba Serguei Timofeev, tras dos meses de intenso trabajo en la montaña para culminar una ascenso ambicioso atravesando el Collado Sur de la montaña, que la une con el Everest, y trazando una nueva línea a través de la virgen vertiente Kangshung del Lhotse. Pasado prestigioso y futuro prometedor. |